Hoy toda la escritura vino de Copán.
Hoy toda la escultura floreció en Quiriguá.
Hoy la arquitectura se construyó en Chichen Itzá.
Hoy la pintura se estampó en Bonampak.
Hoy navegamos para Popoxté.
Hoy nació el reino Kan.
Hoy las almas juegan pelota en Palenque.
Hoy el sol nace sólo para Uaxactún.
Hoy el tiempo se detiene en Xibalbá.
Hoy honramos a nuestros abuelos y a los dioses y formadores
de esta infinita selva verde donde se nos concedió nacer. Es día de saludar con
caracol, tún y chirimía a los vientos de los cuatro puntos cardinales, las
fuerzas que mueven este universo cruciforme, corazón del cielo y corazón de la tierra. Es día de conocer nuestro nahual,
nuestro guía asignado por los abuelos en el gran calendario y que representa el
espíritu de energía trascendental al que deberíamos aspirar.
Soy de esos que nacieron con la sangre contaminada por
conquistadores que vinieron asquerosos de un mundo “civilizado” a imponer
dogmas, a imponer exterminio y a divorciarse de la tierra y la naturaleza,
creyéndose la raza poderosa y dominadora construyeron ciudades donde la deidad solo habita dentro de un
altar. Ilusos se olvidaron del canto de los pájaros, del brillo de miles de
estrellas ambulantes, del agua turquesa de las aguadas y de la comunión con el hábitat.
Hasta en la
universidad descubrí que mi identidad como guatemalteco reside más allá de la
cultura occidental adoptada y aprendida de modelos internacionales, conocí la
profunda importancia del conocimiento ancestral
del grupo maya. Mayas que eligieron esta tierra como propia, que decidieron
terminar sus días como nómadas y asentarse en este terruño maravilloso, esta
tierra no les fue impuesta por fronteras o una nacionalidad como nos sucedió a
nosotros, los mayas se quedaron por el corazón de jaguar, el llamado de la
madre tierra. Orgullosamente declaro que soy indio de estas tierras lejanas,
que conocí tarde el bagaje que me hereda la historia, pero que adopto, defiendo
y exploro con toda curiosidad científica y respeto ceremonial.
Hoy termina el Oxlajuj baktún y comienza una nueva era con
un nuevo sol, recibamosle como todos nuestros antepasados que no alcanzaron
vivir este momento hubieran deseado vivir este amanecer, ofrendando a la
naturaleza y a nuestros abuelos nuestra más profunda admiración, nuestro más
reverenciado respeto y nuestra más alta disponibilidad por continuar cuidando
esta tierra que nos fue encomendada.
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